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Uno es dueño de grandes ideales y de pequeñas lecturas, y las pequeñas lecturas nos definen tanto como nuestros grandes ideales. L. G. Montero



lunes, 9 de abril de 2012

OTRA VUELTA DE TUERCA DE HENRY JAMES. 1898



Como buen hombre de su tiempo, Henry James creía en fantasmas ( incluso más que el excéntrico Wilde) . Admirador de  esa nueva literatura de terror caracterizada por su predilección hacia el muerto, aunque a su particular manera, distanciándose de los deseos de evasión de sus contemporáneos. Intuyó, con acierto, que los textos sobre fantasmas se prestaban, apropiadamente, a interesantes experimentos con los que seguir sosteniendo sus teorías literarias.
Su mensaje está claro: los fantasmas los llevamos por dentro, son fruto de nuestros miedos y frustraciones. No tienen necesariamente que ser malévolos ni tener una sustancia y esencia sobrenatural: basta una mente atormentada, una obsesión manifiesta o una falta cometida para que afloren esas apariciones que tanto miedo (y desde James, también desconcierto) producen. Sólo alguien con  su instinto crítico y su inconformismo podía haber realizado una transgresión semejante sobre las normas literarias victorianas asentadas en el autocomplaciente siglo XIX. Porque desde que iniciara a escribir relatos de fantasmas, este tema ganó en profundidad y hondura analítica y psicológica.

En líneas generales Otra vuelta de tuerca es la creación más perfecta de H. James y posiblemente la mejor obra de fantasmas escritas hasta la actualidad
: una sola lectura no basta para captar, en su completa inmensidad, todas las implicaciones de los símbolos, hechos y acciones que se suceden en su interior.
El argumento es, en apariencia, simple: una joven institutriz es contratada para cuidar a dos niños ante la falta de compromiso de su  tutor de hacerse cargo de ellos. Para cumplir su labor, se traslada a la
mansión de Bly, donde traba conocimiento con Miles y Flora, los dos hermanos, y con la señora Grose, el ama de llaves. Sin embargo, parece que hay dos inquilinos más en la idílica casa dispuestos a perturbar la tranquilidad mental de la protagonista y a dañar a las criaturas. El señor Quint, antiguo socio y apoderado de ese tutor incapacitado, y la señorita Jessel, antecesora en el puesto de la heroína, son parte del pasado tormentoso de Bly, cuyo influjo va, paulatinamente, afectando a la institutriz. ¿Sencillo, verdad?. Pues ni por asomo."Otra vuelta de tuerca" supone una innovación de cuanto  se había publicado hasta entonces en materia de fantasmas. Para empezar, porque lo que parece evidente no lo es y lo que resulta inconcebible y alarmante puede ser más cierto que lo estrictamente razonable. Todo depende de quién lea el libro. Ya el propio autor había publicado anteriormente que "narrador no sólo es el sujeto, sino también el objeto de la narración". El relato se estructura de manera que el lector pueda llegar a creer o incluso a rechazar la visión de la protagonista, única y unívoca versión de los hechos. La importancia de este dato es realmente crucial, porque determina el verdadero papel de la protagonista en el drama, pasando de víctima perseguida a verdugo involuntario. El final bruco apoya mucho esta versión y el lector deberá reconstruir todo lo que queda en el aire.

Es la primera  vez en la historia del terror que nos enfrentamos  ante un cuento de
fantasmas con niños, (lo que esto perturba).  Su presencia tiene un doble efecto: puede dotar de candidez al conjunto, haciendo más trágico el final y la supuesta moraleja o, por el contrario, volver todo el relato aún más desconcertante. Esta argucia le servirá a James para levantar un completo estudio sobre la perspectiva en tres niveles: de un lado, tenemos los hechos observados y narrados por la preceptora ( de la que no llegamos a saber su  nombre en todo el relato) , portavoz teóricamente de los acontecimientos objetivos, tal y como suceden; en una posición intermedia, se halla la visión de la señora Grose, equilibrio y apoyo de las dos posturas extremas. El ama de llaves representa la moderación y el pragmatismo: ve los espectros cuando debe verlos para apaciguar a la preceptora y para no crear un fractura entre los jóvenes y ella.  En las antípodas de la maestra se sitúan los dos hermanos. Aunque pueden establecerse ligeros matices entre sus visiones por la diferencia de edad que los separa, en líneas generales, su percepción es coincidente, debido a que Miles influye en Flora y ésta, a su vez, en Miles: no hay un solo indicio que señale que ven los fantasmas de la institutriz (al menos, no de la forma en que ella los siente), pero tampoco existe un solo dato que afirme lo contrario. Las conclusiones quedan a expensas del lector.

La novela dosifica con milimétrica sabiduría los momentos más terroríficos, producidos siempre después de alguna tensión en la trama (una discusión; una noche de insomnio...) cuando el estado de ánimo de la protagonista no es el más eufórico y ella se siente más indefensa e incomprendida. James la retrata sin piedad  como una solterona reprimida que se enamora de su jefe y tutor de los críos.El señor Quint es la representación de éste en la casa  y la señorita Jessel , amante de amante de Quint, sería la imagen soñada de la institutriz pero viciada por su obtusa y represora imaginación que parece rebelarse ante sus lascivos pensamientos. No deja de verse una crítica a esa sociedad victoriana del S. XIX y el papel de la institutriz.

 
La introducción  para iniciar la  velada burguesa donde se cuentan cuentos de terror nos recuerda a las colecciones de cuentos clásicos como el Deccameron , y eleva esta obra hasta la cumbre de su género.  El tono pretende ser informal: se está preparando al lector para lo que le espera, entroncando, elegantemente, con el realismo, esto es, dejándole claro que lo que se va a relatar podía haberle pasado en cualquier situación (se cumple así una máxima que el propio autor sostuviera con ahínco: "lo extraordinario, lo es mucho más si nos ocurre a uno de nosotros, a usted o a mí".
Recuerda en ciertos momentos a la película de Amenábar Los Otros, el cual nunca negó su influencia. 
Lo cierto es que el ritmo pausado pero manteniendo en todo momento la tensión psicológica hace que nos planteemos la existencia de fantasmas. Al menos los fantasmas interiores que afloran en todos nosotros. 
Simplemente puedo decir que es una obra maestra. 

4 comentarios:

Unknown dijo...

Una lectura que he propuesto varias veces, con resultados dispares: a algunos les decepcionaba precisamente esas diferentes posibilidades de lectura. Me había decidido, después de algunos años sin leerla, a proponerla este trimestre para mis alumnos de 3º -entre otras- como lectura para casa, y tu reseña me ha animado definitivamente. Un abrazo, un placer reencontrase con James.

MArian dijo...

Me alegro Carlota que te haya animado a retomar esta lectura. Yo hacía mucho que no la tocaba y me ha encantado disfrutar de un suspense muy bien labrado y con giños a la reflexión.
Gracias por tu visita. Siempre bienvenida.

Unknown dijo...

Paso por aquí otra vez para decirte me ha parecido oportuno reconocer que tu "Club de lectura" es también uno de mis "blogs preferidos". Un abrazo, Marian.

MArian dijo...

Muy agradecida por tu reconocimiento. Espero seguir no defraudando. Mil saludos CArlotta

 
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