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Uno es dueño de grandes ideales y de pequeñas lecturas, y las pequeñas lecturas nos definen tanto como nuestros grandes ideales. L. G. Montero



miércoles, 2 de mayo de 2012

LA TIENDA DE LOS SUICIDAS. JEAN TEULÉ.

El día del libro me apareció en mi mesa este libro. No sé quien me lo regaló , pero  no dudo en su intención. La idea me pareció genial. 
 Lucrèce y Mishima Tuvache tienen una tienda que ha ido pasando de generación en generación en la que venden artefactos para suicidarse, desde sogas hasta veneno, pasando por bloques de cemento para tirarse a un lago y caramelos rellenos de cianuro para los más jóvenes.

Su lema: "Su vida ha sido un fracaso.¡Con nosotros , su muerte será un éxito!".  La familia está convencida de su  función como "servicio público". No son asesinos, simplemente son todo unos profesionales para asesorar a  aquellos que quieran dejar este mundo.
 Tienen clientes casi a diario que van a preguntar por diversas formas de suicidarse, desde la más rápida hasta la más honorable para su familia. De vez en cuando, incluso les envían una corona de flores a sus clientes.


Esta pareja tiene tres hijos, cada uno de ellos tiene el nombre de un personaje famoso que terminó mal. Está Marilyn (de Marilyn Monroe) quién se cree la chica más fea del mundo y está todo el día deprimida; después está Vincent (de Vincent Van Gogh), anoréxico perdido y también deprimido, y por último, tenemos a Alan.

Alan viene por Alan Turing que tuvo una forma bastante curiosa de suicidarse. Fue procesado por homosexualidad y decidió suicidarse tomándose una manzana que previamente había recubierto con cianuro (se rumorea que de aquí podría venir el logo de apple de la manzana mordida, porque murió antes de poder terminársela ). Las ideas peregrinas sobre un kit de suicidio, los artilugios para hacerse el arakiri pero con cierto glamour y para sorprender a quien descubra al muerto, los artículos con publicidad de la casa            ( porque el negocio es el negocio)... sacan una sonrisa al lector. La idea de servicio público que antes comentaba está muy de actualidad ya que ¿Quién puede ser feliz con todas las guerras, accidentes y muertes que hay en el mundo? ¿ y con la que está cayendo estos días?
Los Tuvache se sienten orgullosos de su trabajo y de su reconocida eficacia profesional, hasta que el menor de sus hijos empieza a dar muestras inquietantes: le entusiasma la risa.

La idea de nuevo me pareció genial. Creo firmemente que esta es la única solución para salir de las situaciones complicadas: LA RISA. De hecho, Alan sale de todos los avatares de su existencia bien airoso, con la consiguiente desesperación de su fammilia.  Por eso pienso que quien me dejó el regalo lo hizo con toda la intención: lo mejor en la mayoría de las situaciones es reirse. Arma potente sin duda para salvar momentos difíciles y para sobrellevar estos tiempos que dan ganas de comprar una soguita al señor Tuvache.
Es una pena que, después de esta idea genial , la gracia se va perdiendo poco a poco al pasar las páginas, el final es más que previsible y ese humor pierde fuelle quedando al descubierto un libro poco elaborado tanto técnica como literariamente.



No obstante, creo que como regalo en el momento recibido, en estos días que con tantos recortes y tanta incertidumbre bien podríamos pensar que esta tienda de suicidas debería estar a la vuelta de la esquina, ha sido una idea genial. La lectura que yo hago es que como decía MArk Twain el hombre tiene un arma infalible: la risa.
Este relato me ha hecho no olvidarlo nunca. Gracias, amigo invisible, por  recordarlo.
 
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